Me gustaría empezar con la voz de Adam Young al terminar la canción de Fireflys, o como sea. Mi estilo al
escribir entradas es cachondeo, por así decirlo. Intento sonreír en cada palabra y expresar libremente lo que siento en cada cosa, llenar en corazón de la gente con humor y felicidad. la verdad es que no sé si lo consigo, incluso a veces creo que me paso, sobretodo con los paréntesis. Empiezo diciendo esto porque aquí no quiero hablaros así. Puede que todo sea una chorrada, que no tenga tanta importancia, pero el sentimiento que me cubre ahora mismo no es el de alegría total. Para mí y para todos los nefilims de Los Orígenes creo que nos pasa lo mismo. ¿Sabéis esa sensación de empezar un libro y sentir que ese es el mejor libro que has leído? ¿Que sabes desde el primer instante que no te decepcionará? ¿Que incluso podría ser el mejor libro de todos los que tienes entre montones y montones cubierto de polvo? Eso me ocurrió cuando empecé Ángel Mecánico. Sinceramente ese fue el primer libro que me dio miedo empezar. No por no querer leerlo, simplemente porque ese libro me daba miedo. Me lo había comprado con los ojos vendados. Había leído de qué trataba y me había enganchado. Me lo compré emocionada. Pero antes de leerlo hablé con gente que ya lo conocía. No fueron muchas personas, pero me dijeron una palabra que me hizo entrar en terror: siniestro. Por su aspecto, lo vi lógico. Pensé incluso en devolverlo, ahora me río por eso. Hasta que llegó el día que me lo empecé. Me acuerdo perfectamente de estar sentada aquí mismo, en la silla rota de mi habitación; me acuerdo cómo mis ojos se empezaron a mover con libertad sobre las páginas. Me acuerdo de lo que sentí perfectamente. Estaba ese chico que se llamaba Will, William Herondale, al que le acompañaba ese otro chico extraño llamado Jem, James Carstairs. Los dos estaban cazando un demonio en una oscura noche de Londres. Me acuerdo que viajé en el tiempo hasta el siglo 19. Cómo Cassandra Clare describía sus vestimentas, el escenario, la sangre del suelo, los ojos de Will... Cuando terminé el capítulo cerré el libro y me quedé mirando a la nada pensativa. Después embocé una sonrisa y comencé a reírme a carcajadas, allí, sola. No tenía nada de que temer de ese libro, aunque sí que fuese algo siniestro, sé que ese libro es único. La forma de expresarse de la autora, las líneas más juntas de lo normal, el chico con sombrero de la portada, todo era maravilloso. Puede que el comienzo de la historia de Los Orígenes sea lo más siniestro del libro, y aún así no le temí, porque sabía que ese libro no me disgustaría.
Comienzo contándoos esto para saber el final de la historia.
Sí, todo empezó el 11 de Julio de 2012, la fecha de hoy, pero hace un año. Todo tiene mucha gracia. El
mismo día que lo empecé es el mismo día que lo terminé. Un año. ¿Que quieren decirme desde las páginas?
Recuerdo cada minuto de anoche. Sabía que sería hoy cuando me terminara ese libro, Princesa Mecánica. Quiero escribir cada instante para no olvidar nunca el sabor de los cazadores de sombras de Londres.
Allí estaba, en mi cama. Con las sábanas pegadas al cuerpo, una noche calurosa. La única luz de mi casa estaba proyectada hacia mi libro, como si fuese él mismo el que sacara un fulgor, como si fuese mágico. La ventana estaba abierta, llovía. Lo único que se oía fuera eran las gotas estrellarse contra el suelo brillante. El ventilador daba vueltas. Todo estaba a oscuras. Yo pasaba las páginas con temblor en la manos, con miedo de perder el libro para siempre. Luego esa escena, Will y Tessa bajo la nieve. Y os lo cuento con las mismas palabras de la autora. Todo estaba blanco, como si lo hubiesen cubierto de azúcar glaseado, y la nieve giraba en torno a ellos como un remolino. Ahí fue cuando Will le pidió a Tessa matrimonio, sabía que lo haría, mientras el fantasma de Jessamine les observaba, aunque no lo dijese el libro. Todo terminó allí. Así llegó el epílogo. Will y Tessa habían tenido dos hijos, James y Lucie, y ellos dos también tuvieron hijos. Así fue el día en el que Will murió. Hace gracia. Soy cruel, muy cruel. Creo que podría preferir un poco más, sólo un poco más, a Will que a Jem. Cuando Jem murió una cuchilla se me clavó en el pecho. Empecé a sangrar, pero no lloré. Sentí cómo el corazón se me encogía y se me encogía. No podía parar de repetir la palabra ''no''. Sentía mucho frío. Veía cómo Will estaba pálido, con una cara de espanto, horrible. No paraba de apretarse el pecho donde la runa del parabatai de deshacía. Yo quería llorar, pero algo me lo impedía. Dejé el libro a un lado y me senté en la cama. Hundí el rostro en mi manos. Quería llorar. Pero no podía. No lo podía creer. No quería creer las palabras de Cassandra. Era demasiado. Jem había muerto. Odié esas palabras. No quería creer. Más tarde continué leyendo y me animé un poco más con la lucha que Will ejercía. Un par de días después llegué a la batalla en la que los cazadores de sombras del Instituto de Londres luchaban contra los autómatas que eran demonios. Y sí, allí fue cuando casi caí de la cama. Cuando leí aquella frase me incorporé y me eché hacia atrás, como si hubiese una serpiente sobre mi libro, tan rápido que ni yo me vi. Me alejé todo lo posible del libro. Yo lo miraba con los ojos desorbitados. Justamente -sonrío tristemente- mi padre entró en ese momento en mi habitación y me encontró en la esquina más oscura de mi cama encogida moviéndome de al ante hacia atrás diciendo palabras extrañas. Que oportuno... -río un poco por lo bajo-. Una vez fuera mi padre fui a gatas hasta Princesa Mecánica y releí las palabras. Maldita Cassandra... nos has echo creer a todos que Jem estaba muerto... El Hermano Silencioso era Jem.
Así fue como empezó la desesperación de Tessa. Como ella misma dice, por una parte, su corazón se alegra Londres, Blackfriars Bridge, 2008. ¿¿Dos mil ocho?? Me dije. Automáticamente me puse a leer, como tendría que haber echo. El personaje en escena era Tessa. Tessa es inmortal... Tessa estaba en aquel puente de Londres, en nuestra época, no en el siglo 19. De repente oyó una voz a sus espaldas. Sabía quien era, pero no se lo podía creer. No era aquella voz que resonaba siempre en sus cabezas, tan fría como la piedra, ni tan distanciada, del Hermano Zacharia. No, era mucho más cálida, una voz que te acariciaba las mejillas, una voz que despertó los recuerdos de Tessa. La voz de Jem.
mucho de que Jem no esté muerto, pero, por otra, no puede soportar que sea un Hermano Silencioso. Cuando anoche llegué al epílogo tuve que tomar una decisión. Puede que suene muy, muy estúpido, pero a mí se me complicó todo. Quería terminarme el libro allí, a esa hora. Pero mi cuerpo me lo impedía. Gritaba ''duerme ya, es muy tarde, mañana leerás el epílogo'' pero mi corazón suplicaba ''es la noche perfecta, justo el día en el que empezaste a leer Los Orígenes, estás completamente metida en la historia ¿quieres dejarlo para mañana? ¿querrás mañana leer esas páginas? ¿sentada en la mesa, con la cabeza en otro sitio?''. Fue entonces cuando lo leí:
Sí. Allí estaba Jem. Su Jem. Mi Jem. Nuestro Jem. Mucho más sano que antes. Ya no se le marcaban los pómulos. Ya no tenía los ojos ni el cabello plateados. Ya no estaba tan delgado. Sus ojos eran castaños. Lo primero que sentía al oír aquella palabra fue que se me encogía el corazón. Castaños... Un color tan dulce, tan fuerte, tan imposible. El pelo negro, con sólo un mechón gris. Jem con el pelo negro. Y vaqueros. Jem con vaqueros... Me dije riéndome pero llorando a la vez. La última escena me hizo entrar en razón. La verdadera historia comenzaba ahora. Todo acababa de empezar.
Antes os he dicho que era cruel. Sí. Soy cruel. Lloré por la muerte de Will, pero no por la de Jem. Cuando recorrí mis ojos sobre las palabras de Tessa torcí la boca de una forma espantosa. Ella estaba tan sola. Lo echaba tanto de menos. Comencé a llorar. Escuché la canción que Jem había tocado para Will mientras moría. Dejé escapar una lágrima, una única lágrima, que rodó por mi mejilla y brilló antes de desaparecer. La recogí con tres dedos. Puede que sea una tontería lo que hice a continuación, pero sinceramente en la primera vez que se me ha escapado una lágrima por un libro. Siempre lloro, pero no aparecen las lágrimas. Cogí mis tres dedos empapados en esa lágrima que me provocaron los nefilims y los dejé caer en los tres tomos de Los Orígenes.
Ángel Mecánico.
Príncipe Mecánico.
Princesa Mecánica.
A veces me pregunto por qué existen los libros. Yo creo que hay una razón. Puede que las historias sean reales en otra dimensión. Allí, todos estos personajes existen, y han vivido todo lo que ponía en cada una de las palabras. Y la cantidad de veces que habrán salvado el mundo -digo riendo-. Nosotros sólo vemos reflejado lo que ocurre allí. Hay un dios, o simplemente una persona, que ve todo eso, y luego lo hace aparecer poco a poco en nuestras cabezas, para que entonces nosotros lo plasmemos en el papel. El objetivo de los lectores en este mundo es encontrar una puerta que nos conduzca hasta esa dimensión. Yo creo que mucha gente lo ha hecho, pero al ser una dimensión mucho mejor y más perfecta que la nuestra se han quedado allí, y nunca han regresado. Como Light Yagami dice -aunque no tenga nada que ver con esto- este mundo está podrido, por eso debemos luchar por él y por nuestros libros. Por Princesa Mecánica. Por los nefilims.
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Me encanta la saga de Cazadores de Sombras!!
ResponderEliminarEstá genial :)
Tienes un premio en mi blog, pásate ;)
http://caso-scarlet.blogspot.com.es/2013/07/la-cosa-va-de-premios.html
Saludos!
Hola! Yo no podría vivir sin estos libros *O* Y estoy ahorrando para comprarme la maldita trama principal ¡me siento mal por no teneros aún!
EliminarPrimero me disculpo por haber tardado tanto en contestar x'(. Mañana crearé la entrada con el premio ¡¡muchas gracias!! ;D