Otoya se había quedado dormido en el sofá de la habitación. Estaba tumbado de lado, su costado y sus caderas se elevaban y descendían lentamente, al ritmo de su respiración. Tokiya se había despertado esa mañana por culpa de la luz que se filtraba por la ventana mal cerrada. Se incorporó bostezando en silencio. Se giró hacia Otoya medio dormido. Sus labios se convirtieron en una pequeña sonrisa. Otoya se había quedado toda la noche a su lado, aunque él le había dicho que no hacía falta, que estaba bien solo, Otoya había insistido. La verdad es que eso lo hacía feliz...
En ese momento Otoya se despertó. Se incorporó sobre un codo. Se quedó medio levantado, apoyándose con una mano. Se frotó el ojo con un puño. Otoya siempre era adorable cuando se despertaba. Él vio que Tokiya ya estaba despierto.
-Buenos días... -dijo con voz somnolienta y los ojos medio abiertos.
-Buenos días -Tokiya le dedicó una sonrisa amable.
Otoya terminó de sentarse, estirandose con los brazos en alto, haciendo crujir su espalda.
-Dioses... Este sofá es horrible...
-Ya te dije que tendrías que haberte ido a nuestra habitación.
-Ni en sueños -le repitió-. No pienso dejarte aquí solo en este inóspito lugar -sacudiendo la cabeza.
-Bueno, solo ha sido esta noche, ¿eh?
-Ja -contestó Otoya en tono irónico levantándose para ir al baño.
Tokiya suspiró con una pequeña sonrisa, sabiendo que era imposible convencerle.
Cuando Otoya salió, Tokiya entró detrás de él. Gracias a Dios, como ya estaba consciente, le habían quitado el gotero. Salió y se sentó sobre la cama con las piernas dobladas, encendiendo la televisión. Se movió un poco y golpeó el sitio libre de al lado para que Otoya se sentase. Otoya, algo tímido, hizo lo que le indicó, aunque sólo se sentó al borde de la cama. Tokiya lo agarró de las caderas y lo atrajó hacia sí. Otoya se había sonrojado, eso le volvía loco. Los dos se quedaron viendo la televisión un rato, Tokiya sin mover su brazo.
-¿No... no vamos a desayunar nunca? -preguntó Otoya con la boca pequeña.
Tokiya sonrió diciendo que sí. Llamó a una enfermera y pidió que trajera el desayuno. Les hizo un favor y le trajo a Otoya un chocolate caliente de la máquina expendedora. Otoya se lo bebió a sorbos, las dos manos sobre el vaso.
Pasaron el día juntos, jugando a cartas, viendo la tele o simplemente hablando. Tokiya disfrutó de la presencia de Otoya, su sonrisa tan preciada constantemente en sus labios llenaron su corazón de una extraña alegría.
Las heridas de Tokiya no eran tan graves como parecían, simplemente se había desmayado por el golpe y el susto. Le quitaron la venda de la cabeza pronto, y tendría que estar un mes con la escayola de la pierna y muletas. No podría volver al trabajo en mucho tiempo, pero al menos podría pasar más con Otoya.
Al día siguiente le dieron la baja en el hospital. Volvieron a la Agencia Saotome donde todos les esperaban. Cuando entraron en el vestíbulo, vieron a todos sentados en los sofás que había para descansar. Se levantaron de golpe cuando vieron a Tokiya y Otoya entrar por la puerta. Haruka fue la primera en acercarse.
-Hemos estado muy preocupados por tu estado, Tokiya, ¿qué tal estás? -preguntó con una sonrisa amable.
-Estoy perfectamente, sobretodo gracias a Otoya -dijo devolviéndole la sonrisa.
Haruka soltó una pequeña risilla mientras Otoya apartaba la mirada, avergonzado.
-Si no he hecho nada... -dijo abrazándose a sí mismo. Tokiya rió antes de responder.
-Claro que sí, Otoya, me hubiera sentido muy solo y apenado allí dentro si no hubiera sido por ti, y aún con todas mis insistencias de que podías marcharte a casa, pediste un día libre y te quedaste conmigo. -La mirada de Tokiya, posada en Otoya, brillaba, llena de felicidad.
-Siento que no nos hubieramos podido quedar nosotros, Ichinose-san... -dijo Haruka, apenada, sacudiendo la cabeza, como si fuese obligatorio disculparse por todo ello-. Teníamos trabajo y...
-Nanami-san -le interrumpió Tokiya-, no te preocupes por esa tonteria, en serio -sonrió de lado ladeando la cabeza-. Todo está bien, entiendo vuestra situación, no os obligaba a quedaros.
Todos sonrieron en ese momento, el aura que se respiraba en aquella habitación era de felicidad y alegría.
-Mo, Tokiya...* ¡nos has tenido muy preocupados! -exclamó Syo-. Mira que tener un accidente... -le dio un suave golpe con el puño su hombro-. Ya te vale.
Tokiya rió frotándose el hombro.
-Bueno. Yo... siento haberos preocupado tanto -se inclinó disculpandose-. Perdonarme.
-Ichinose-san, todo ahora está bien -dijo Natsuki con un tono feliz-.
-Nee, tengo una idea* -dijo de repente Ren-. ¿Y si hacemos una fiesta para celebrar que Tokiya está bien?
-¡Que buena idea! -exclamó Natsuki.
Masato asintió.
-Me gusta.
-¡Eso suena genial! -dijo feliz Haruka-. ¡Hagámosla mañana por la noche! ¿Qué os parece? Podemos invitar a todos de la Agencia.
-¡Sí, y hagamos muchos dulces! -sonrió Cecil.
-¡Eso puedo encagarme yo!
-¡NO, NO, NO, NATSUKI! -chilló Syo.
-¿Eh? ¿Por qué no?
Otoya soltó una risa incómoda.
-Ya los encargaremos, ¿sí?
-Eso, eso -contestó Syo.
-¿Hmm? ¿Qué hay de malo en que los haga Shinomiya-san?
Syo y Otoya miraron a Haruka con rostros ensombrecidos, diciéndole indirectamente que era mejor no ir por ahí y dejar ese terreno en paz. Haruka se cayó al momento. Todos miraban extrañados a Otoya y Syo, pero en seguida se olvidaron del tema.
Después cada uno se encargó de una tarea. Irían a comprar todo lo necesario por la mañana y lo decorarían todo para la noche. Como era tarde cada uno se fue a cenar y ya a dormir.
Otoya ayudó a Tokiya a subir y ya entraron en la habitación. En seguida cenaron y se quedaron un rato viendo la televisión. Todas las luces estaban apagadas y solo la de la televisión golpeaba sus rostros con las imágenes. Otoya tenía su cabeza apoyada en el hombro de Tokiya. Había cerrado sus ojos y estaba comenzando a dormirse. Tokiya alzó su mano y comenzó a acariciar sus cabellos rojos con la mano. Su pelo era muy suave. Acercó su nariz y lo olió. Olía a fresa. Tokiya sonrió por la coincidencia de que su pelo también fuese rojo. Mientras lo acariciaba, Otoya soltó un ronroneo, como si fuese un pequeño gatito que necesitaba protección. Estaba dormirdo, con una pequeña sonrisa en sus labios, muy, muy pequeña, pero lo suficiente para verla. Apagó la televisión para irse a dormir ya. Él también estaba agotado.
-Otoya -susurró-. Vamos a la cama.
Como Otoya no tenía un sueño muy profundo se despertó un poco.
-Hu...Humm, sí... -susurró en una voz baja y aguda.
Casi a rastras fue hasta la cama, donde se tiró. Tokiya sonrió y le ayudó a taparse.
-Ne, ¿no me vas a dar un beso?
Otoya abrió con poco los ojos y apartó la mirada, sonrojado.
-Sí..
Tokiya sonrió y acarició su mejilla suavemente antes de acercar los labios a los suyos y besarlo tiernamente. Se separó de él y lo miró con amor.
-Que duermas bien, pequeño.
Otoya casi estaba dormido de nuevo, con los ojos cerrados. Dijo las siguientes palabras inconscientemente:
-Sueña conmigo... -susurró en una voz muy baja.
Tokiya sonrió ampliamente.
-Eso haré.
Se fue hasta su cama y ahí se durmió, soñando con Otoya.
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*Estas expresiones se utilizan en Japón. Quizás no se escriban exactamente así, pero suena algo parecido a cómo están escritas. El primer semblante expresa queja, quiere decir algo así como ''joo'' o ''jolín''. La segunda es para llamar la atención a alguien, como decir ''oye'' o ''escucha''.
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