viernes, 23 de mayo de 2014

''Otoya-chan'' Capítulo ocho

Cerró la puerta con fuerza tras de sí con el corazón acelerado. Se apoyó en ella con la vista clavada en el suelo, con los ojos abiertos de par en par, y una lágrima cayendo lentamente por su mejilla. Se tapó la boca para evitar un sollozo. Se escurrió por la puerta hasta quedar sentado en el suelo, agachando la cabeza y agarrándosela con las manos. Lo había hecho; al final lo había hecho. No podía creérselo. Se había propetido a sí mismo que nunca diría nada al respecto, que todo habría sucedido por alguna razón. ¿Lo había perdonado? Creía que sí, pero ahora no sabía si eso era una tela que cubría le verdad. Se frotó el pelo con fuerza, con los pensamientos desordenados que no habían salido a la luz desde hace tiempo agolpándose en su cabeza. En realidad... él había estado muy dolido. Todo había sido una herida que nunca cicatrizaba, que siempre estaba ahí, pero intentaba ignorarla. No pasa nada, se había dicho, todo está bien, no me lo ha dicho por alguna razón.
Apretó con fuerza los dientes, aquella lágrima callendo al suelo y dejando una pequeña mancha. Nunca le había dicho aquella razón, simplemente la escusa que le dio a todos, no había querido haberselo dicho para no molestarlos. Qué estupidez, ¿cómo se lo había creído tan facilmente?
Todos aquellos pensamientos malos que había estado reteniendo en su cabeza estaba saliendo poco a poco. Lo odiaba, lo odiaba, lo oidaba. Solo podía pensar en aquella palabra, ''odio''. Alzó la vista enfurecido. Nunca se había sentido así, él no era así. ¿Pero qué importaba ya? Su vida era una mierda, su novia lo había traicionado, su mejor amigo resultaba estar enamorado de él y ahora quería que le confesara lo que sentía él después de lo que ocurrió con Hayato. 
Siguió llorando, aunque no quería hacerlo, ya que se sentía patético. 
Media hora después todo estaba en silencio. Tenía rastros salados de sus lágrimas por sus mejillas. Y siguió en silecio un rato más.
***
Tokiya miró la puerta fijamente.
Otoya... acababa de abandonarlo.
Corrió hasta la puerta en busca de él pero cuando llegó a ella no la abrió. Apoyó la frente contra la madera y suspiró.
-¿Qué he hecho?
De repente oyó un gemido al otro lado, algo deslizándose por la puerta. La miró. ¿Otoya estaba allí, al otro lado? Escuchó otro gemido. Sollozos. Su corazón dio un vuelco. Estaba llorando... Claro, ¿cómo no iba a llorar después de todo lo que estaba sufriendo? Hasta él lo haría. Apretó con fuerza los dientes y deslizó una mano por su rostro y pelo.
Volvió a entrar en la habitación y se sentó a los pies de la cama de Otoya. Mierda...
***

De repente notó la presencia de alguien. Alzó la mirada. En vez de ver la pared del capasillo vio dos piernas delgadas. Subió más la vista y vio el rostro de Haruka mirándolo con preocupación. 
-¿Otoya? -dijo con voz aguda. Ese día llevaba un precioso vestido blanco acampanado y unos zapatos a juego. Se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja-. ¿Estás bien?
-Sí -intentó sonreir levemente-, no te preocupes.
Haruka se quedó en silencio, sin dejar de mirarle. Eso lo incomodó. 
-¿Pasa algo? -preguntó esta vez él.
-Lo siento, pero no creo que estés bien -dijo sacudeidno la cabeza-. ¿Qué ha pasado?
Otoya apartó la mirada sin querer decir nada.
-Vamos a mi habitación -dijo ofreciéndole la mano.
Otoya se quedó un rato contemplándola hasta que accedió y se levantó con su ayuda. 
-Pero tengo preohibido entrar en la habitación de muejeres...
-Da igual -le cortó ella-. ¿Estaba llorando, no? -preguntó comenzando a caminar.
Otoya volvió a guardar silencio.
Ninguno de los dos dijo nada hasta que no llegaron a los dormitorios de chicas y entraron en el de Haruka. Los dos se sentaron en el sofá, casi en un extremo cada uno. Haruka cruzó las piernas sobre el sofá  y se giró en su dirección.
-¿Ha sido... por Tokiya? -dudó en preguntar.
Otoya asintió apenado.
-¿Te apetece contármelo? -dijo poniéndole la mano sobre la suya.
Otoya se lo pensó, intentando saber si eso traería consecuencias, si sería bueno. Optó por hacerlo.
-Tokiya... está enamorado de mí.
Haruka apartó la mirada, dolorida. Ya se lo había imaginado, pero no lo había confirmado aún.
-Me lo dijo hace poco -continuó-. De repente me besó y me lo contó y me sentí... extraño, no para mal..., sino para bien.
Haruka lo miró sorprendida.
-¿Y Hiro?
Otoya compuso una sonrisa triste. 
-Hace unos días terminé con ella... -Haruka adoptó un gesto asombrado-. Me contó que se había besado con Takumi (un chico de la Agencia), pero yo la perdoné, seguimos juntos. Pero volvió a hacerlo, y lo peor es que no lo descubrí porque ella me lo contase, sino porque yo mismo los vi -le contó, apretando los dientes.
-Oh, Otoya, lo siento... -se puso al lado suyo y le cogió la mano.
-Da igual. -Sacudió la cabeza-. Ese día ella me preguntó que donde había estado, habíamos quedado en un sitio. Estonces, enfurecido y triste, le conté lo que había visto. Ella me suplicó una y otra vez perdón de nuevo, pero yo no podía más. Allí, acabamos. 
Haruka no dijo palabra, mirando hacia abajo con tristeza.
-No lo sabía...
-Nadie lo sabe -respondió encogiéndose de hombros-. Solo Tokiya, que es en quien me había estado apoyando entonces. -Haruka dirigió la mirada hacia él-. Y ahora no lo soporto, no soporto nada, ¿sabes? -dijo con una voz aguda-. Lo peor... es que cuando Tokiya me besó... lo disfruté -Apartó la mirada. 
Haruka lo abrazó con fuerza.
-Pero ahora... el pasado me ha carcomido...
Haruka lo miró a los ojos sorprendida.
-¿A qué te refieres?
Otoya tenía dificultades para hablar.
-Fue cuando descubrimos que Tokiya era Hayato. -Haruka cogió aire, aún más asombrada. De repente el dolor de la culpa le invadió el pecho-. En realidad... yo me sentí muy defraudado, traicionado por él. Pensaba que eramos buenos amigos, tan amigos como para contarnos estas cosas... Pero no lo hizo.
-Otoya... -empezó Haruka-, Tokiya tendría sus razones, por algo no te lo dijo...
-¿Y a ti si? -le interrumpió él-. ¿A ti sí que te lo puede decir y a mí no? -Con un tono de voz dolorido-. No lo entinedo, Nanami-san, no lo entiendo. -Se ocultó el rostro entre las manos.
Haruka abrió la boca para decir algo pero el ruido de la puerta golpeando la interrumpió.
-Ahora vuelvo.
Haruka se levantó y llegó hasta la puerta. La abrió un poco.
-Hola, Nanami-san -era Tokiya-. ¿Está Otoya por aquí? Lo llevo buscando desde hace un rato y no lo encuentro. -Tokiya intentó asomarse, pero el hueco de la puerta no era lo suficientemente grande como para poder ver el interior de la estancia.
Haruka se volvió hacia Otoya para saber qué debía contestar. Otoya la miró asustado y le hizo señas con las manos para que contestara que no.
-N-no, no está aquí... Quizás haya salido, ¿ha pasado algo? -preguntó para embellecer la mentira.
-No, nada... Gracias de  todas formas.
Haruka asintió en modo de respuesta y cerró la puerta cuando Tokiya se marchó. Regresó junto a Otoya.
-Lo siento, no tengo ganas de hablar con él. -Ocultó el rostro entre sus manos.
-No importa.
Otoya terminó de contarle todo lo que había sucedido, con detalles. Cómo se sentía, lo que Tokiya le había dicho y hecho, etc. Estuvieron así hasta que ya llegó la hora de comer.
De repente el móvil de Haruka sonó sobre la mesita del sofá. Lo abrió y descolgó. En la pantilla ponía ''Shinomiya Natsuki''.
-¿Sí?
-¿Nanami-kun?
-¿Qué ocurre, Shinomiya-san?
-Es Tokiya... Está en el hospital.
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¡Holaa! Este capítulo va dedicado a @MoustacheMaii de Twitter :33, una chica maravillosa a la que le encantó esta historia. ¡¡Gracias por leerla y darme tu opinión!!

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